sábado, 12 de diciembre de 2015
Reseña Histórica del Instituto
HISTORIA
Para El Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña, ISFODOSU, las Escuelas Normales representan el más noble antecedente de la herencia del pensamiento hostosiano.
El surgimiento de estas se remonta al año 1880 con la creación de la Escuela Normal Preparatoria, un verdadero honor con el que el insigne educador puertorriqueño Eugenio María de Hostos nos distinguió. En la primera promoción, en 1884, de la que egresaban los seis primeros maestros graduados, se encontraban Félix Mejía, Arturo Grullón y Francisco José Peynado.
Un año más tarde, en 1881, se creó el “Instituto de Señoritas”, dirigido por Salomé Ureña de Henríquez, que funcionó hasta el año 1893 para reaparecer en el 1896 bajo la dirección de las hermanas Pellerano de Castro.
En el 1887 Catalina Pou, Leonor María Feliz, Ana Josefa Puello, Mercedes Laura Aguiar, Luisa Ozema Pellerano de Castro y Altagracia Henríquez Perdomo fueron las seis primeras graduadas de Maestras Normales del Instituto, que desde el 1897 llevaría el nombre de “Salomé Ureña”.
Otras escuelas de formación de maestros creadas entre el 1881 y el 1900 fueron la Escuela Perseverancia, en Azua de Compostela, y el Instituto de Señoritas, en San Pedro de Macorís.
En el año 1931 y mediante la Ley 144-31, se estableció el “Examen de Suficiencia en los Estudios de Magisterio”, una prueba de capacitación a la que debían someterse los maestros en servicio y que se realizaba cada dos años, en las que se formulaban prácticas didácticas en aulas y laboratorios pedagógicos.
El próximo paso correspondió a la creación de las Escuelas Primarias Anexas y las Escuelas Normales Modelos, del que surgieron la Escuela Anexa de la Normal de la Capital de la República, y la Anexa de la Escuela Normal de Santiago de los Caballeros.
Posteriormente, la Ley 842-50 dispuso la creación de Escuelas Normales, y dentro de ese marco legal, surgieron las Escuelas Normales de Formación Docente.
En el año 1992 la Secretaría de Estado de Educación crea, mediante la Ordenanza 8-93, la Comisión para la Reestructuración de las Escuelas Normales, cuya recomendación fue que estas se transformaran en una sola institución nacional de educación superior, descentralizada, con personalidad jurídica y presupuesto propio, que sería dirigida por una Junta, integrada por reconocidos intelectuales, científicos, educadores y representantes de los sectores más amplios de la sociedad civil del país.
Dentro de las iniciativas y lineamientos generales que da lugar el Plan Decenal de Educación 1993-2002, se dio inicio a esta Reestructuración.
La Ley General de Educación 66-97 dispuso que las Escuelas Normales pasaran a ser siguiendo los lineamientos de la citada recomendación, el artículo 222 de la instituciones de Educación Superior, y en el año 2000, mediante el Decreto 427-00 del Poder Ejecutivo, fueron agrupadas en una única institución: el Instituto Universitario de Formación Docente, que en el 2003, por el Decreto 571-03 del Poder Ejecutivo, se establecía su nombre actual “Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña”, quedando designado, mediante la Orden Departamental No. 10’2003, su primer Rector.
Es así como la mayoría de las antiguas Escuelas Normales pasan a ser lo que hoy se conoce como Recintos del Instituto, que son los siguientes:
• Eugenio María de Hostos, ubicado en el Distrito Nacional, fundado en el año 1942 con el nombre de Escuela Central de Gimnasia y rebautizado en 1948 con el nombre Escuela Nacional de Educación Física .
• Luis Napoleón Núñez Molina, Licey al Medio, Provincia de Santiago, fundado el 11 de Octubre del año 1950.
• Emilio Prud’Homme, Santiago de los Caballeros, fundado en el año 1952.
• Félix Evaristo Mejía, Santo Domingo, Distrito Nacional, fundado en el año 1953.
• Juan Vicente Moscoso, San Pedro de Macorís, fundado en el año 1956.
• Urania Montás, San Juan de la Maguana, fundado en el año 1976.
PROCESO DE REESTRUCCTURACIÓN DE LAS ESCUELAS NORMALES
Como consecuencia del período conocido como “la década perdida”, que en los años 80 afectó a la mayoría de los países de la región, el Sistema Educativo Dominicano sufrió una de sus mayores crisis con la estampida de profesores, tanto con formación académica como empírica, y la muy escasa afluencia a la carrera de educación, quedándose las Escuelas Normales prácticamente vacías.
Esta situación generó gran preocupación entre distintos sectores de la vida nacional, que se abocaron a la profunda reflexión en búsqueda de una respuesta al problema, surgiendo así el Plan Decenal de Educación.
Dentro de los lineamientos generales del Plan Decenal de Educación 1993-2002 se estableció, entre otras cosas, la reestructuración de las escuelas normales. Con tal motivo la Secretaría de Educación creó, mediante la ordenanza 8-93, la Comisión para la Reestructuración de las Escuelas Normales, CORENOR, cuya misión principal sería la elaboración de una propuesta dirigida al establecimiento de un “Nuevo Sistema de Formación de Maestros para el Nivel Básico”.
Como resultado de sus estudios la CORENOR recomendó las siguientes opciones:
Que las Escuelas Normales sean transformadas en una sola institución nacional de educación superior, descentralizada, con personalidad jurídica y presupuesto propio, dirigida por una Junta integrada por reconocidos intelectuales, científicos, educadores y representantes de amplios sectores de la sociedad civil.
Que se cree un instituto que coordine la oferta de formación y capacitación con las instituciones de educación superior, incluyendo las Escuelas Normales, que serían elevadas a ese nivel superior.
Que la universidad estatal asuma el desarrollo del sistema de formación de maestros para el nivel básico.
Con una virtual aprobación de la primera opción de la propuesta se iniciaron los pasos para obtener la base legal; no obstante, cada Escuela Normal comenzó a funcionar como un recinto regional, y a partir de septiembre del 1993 se inició el Programa de Profesionalización de Maestros Bachilleres, PPMB.
En el año 1994 comenzó el programa regular de Formación Inicial de Maestros en Educación Básica, FIMEB, cuyo nivel de ingreso es el grado de bachiller, estableciéndose el nuevo paradigma de formación de maestros.
En lo que podría denominarse como un período de transición entre 1993 y 1997, fue formalizada en agosto de 1994 la creación de una estructura organizativa formada por un órgano que fijaría la política académica: el Consejo Académico; un órgano ejecutivo que gobernaría de inmediato la Escuela Normal Superior: la Oficina de Coordinación General, y el órgano ejecutivo-docente, en que devinieron las Escuelas Normales dentro de la estructura organizativa de la Escuela Normal Superior, a través de los cuales se ofrecían los diferentes programas: Recintos.
En principio la Escuela Normal Superior nació con cinco Recintos: el Félix Evaristo Mejía, en Santo Domingo; Juan Vicente Moscoso, en San Pedro de Macorís; Luis Napoleón Núñez Molina, en Licey al Medio, Santiago; Emilio Prud’Homme, en Santiago de los Caballeros y Urania Montás, en San Juan de la Maguana.
Asimismo, la Ley General de Educación 66/97, en su artículo 222, elevó la Escuela Nacional de Educación Física Escolar al nivel de las instituciones de educación superior, y dispuso la creación del Instituto de Formación y Capacitación Magisterial, INAFOCAM, como órgano descentralizado de coordinación de la preparación de maestros del Sistema Educativo.
EL PROCESO DE TRANSICIÓN ENTRE 1997 Y 2002
La Ley 66/97 reconocía a las Escuelas Normales como instituciones de educación superior; sin embargo, como no se creó su base legal estatutaria, estas se mantuvieron en un limbo jurídico, entrando en un nuevo proceso de transición.
La creación del INAFOCAM mediante la Ordenanza 1/2000 provocó nuevas turbulencias concernientes al estatus de las Escuelas Normales, debido a la integración a este del personal de la Oficina Coordinadora, lo que se interpretó como una dependencia de dichas escuelas a aquélla institución.
En el primer período de gobierno del doctor Leonel Fernández, del año 1996 al 2000, y mediante el decreto No.427/00, las Escuelas Normales fueron denominadas Institutos Universitarios de Formación Docente.
En lo que se auguraba como un proceso de consolidación institucional, fue aprobado mediante la Ordenanza 6’2002 el Estatuto Orgánico del Instituto Superior de Formación Docente, el cual integra las Escuelas Normales como Recintos del mismo, aunque no hace referencia al decreto que le dio a esta el nombre de Instituto Universitario de Formación Docente.
El Instituto Superior de Formación Docente consolida su estructura de Institución de Educación Superior con el nombramiento de su primer Rector mediante la Orden Departamental No.10’2003 del 20 de mayo del 2003.
Ese mismo año, mediante el decreto 571’03, al Instituto se le asignó el nombre de Salomé Ureña, pasando entonces a llamarse “Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña”.
sábado, 5 de diciembre de 2015
Salomé Ureña de Henríquez
(Santo Domingo, 1850 - 1897) Poetisa dominicana. Creció en el seno de una familia culta, que propició su formación literaria. Sus padres eran Nicolás Ureña de Mendoza y Gregoria Díaz de León. Con 20 años, se casó con Francisco Henríquez y Carvajal, médico y político que llegaría a presidente de la nación. Con él tuvo cuatro hijos: Francisco, Pedro, Max y Camila.
Autora de una brillante obra lírica que, en unión a la de José Joaquín Pérez y Gastón Fernando Deligne, constituye la producción de la denominada "trilogía de los poetas mayores", dejó parte de su legado intelectual y artístico en la formación humanística que impartió a sus hijos, entre los cuales destacaron especialmente Max y Pedro.
En su condición de escritora, Salomé Ureña desplegó una intensa actividad poética que, enmarcada en los modelos formales y estilísticos de la centuria anterior (sencillez y claridad expresivas, moldes estróficos clásicos y equilibrio propio de la literatura neoclásica), se adentró al mismo tiempo en los tonos románticos de su tiempo y se ocupó, desde sus contenidos temáticos, de los anhelos e inquietudes del hombre antillano de la segunda mitad del siglo XIX. Entre sus principales preocupaciones temáticas figura, en primer lugar, la reflexión ética acerca de la patria, a la que la autora profesa un desmesurado amor que queda plasmado en su consagración al trabajo y a la sabiduría como elementos indispensables para el progreso de su pueblo.
Precisamente, este interés por el progreso constituye el segundo gran núcleo temático de la obra de Ureña de Henríquez, encauzado en dos vertientes bien definidas: por un lado, la confianza ciega del hombre decimonónico en los métodos positivistas, que no sólo habrían de traer los avances técnicos y las mejoras en la calidad de vida, sino también un progreso ético y social que se traduciría en el derribo de las fórmulas políticas dictatoriales y el advenimiento de nuevos regímenes democráticos; y, por otro lado, la fe de la autora no sólo en los cambios del momento presente, sino en el rutilante porvenir que, en el caso de imponerse definitivamente éstos, le espera a la patria (y, en general, a todas las naciones hermanas de habla hispana).
Junto a los temas del amor a la patria y la fe en el progreso moral y material de su nación, en la poesía de Salomé Ureña de Henríquez aparecen también constantes referencias a los pequeños aconteceres domésticos, transformados -merced a la exquisita sensibilidad de la autora- en elocuente material poético. Se configura así, en conjunto, una producción lírica de deslumbrante fuerza, claridad y vigor expresivo, que sorprende por su acento animoso y vitalista no sólo en aquellas composiciones centradas en la exaltación de la patria y la historia dominicana contemporánea, sino también en los poemas que, pese a su alcance más íntimo o doméstico, no dejan de llevar dentro ese anhelo de hallar una identidad nacional que contribuya a la definitiva consolidación del pueblo dominicano como una sola patria.
Este afán a la vez ético y artístico quedó patente también en las múltiples y fecundas actividades pedagógicas que realizó, a lo largo de su breve existencia, Salomé Ureña de Henríquez. Discípula del gran escritor y educador puertorriqueño Eugenio María de Hostos, desplegó una infatigable labor pedagógica que se manifestó no sólo en su acceso a las cátedras más prestigiosas de la nación dominicana, sino también en sus constantes esfuerzos encaminados a fundar el mayor número posible de centros destinados a la formación superior de las mujeres de la isla antillana. Así, en 1887, asistió a la inauguración del Instituto de Señoritas, cuya fundación había promovido y del que seis años más tarde salieron las seis primeras maestras de República Dominicana.
Sus composiciones poéticas, dispersas en hojas volanderas entre amigos y conocidos, o en páginas de periódicos y revistas de la época, vieron la luz finalmente en un valioso volumen recopilatorio publicado bajo el título de Poesías de Salomé Ureña de Henríquez (1880). Ya bien entrado el siglo XX, el interés que seguían suscitando los versos de la poetisa dominicana aconsejó una edición de su obra lírica en España, publicada bajo el epígrafe genérico de Poesías (1920), libro al que siguieron otras ediciones tan ricas y exhaustivas como Poesías completas (1950), realizada en conmemoración del primer centenario del nacimiento de la autora.
viernes, 4 de diciembre de 2015
Creación del Instituto de señoritas
Instituto de Señoritas.
EL 3 de noviembre de 1881, fue fundado en la ciudad de Santo Domingo el Instituto de Señoritas, por Salomé Ureña, con la ayuda de su esposo Francisco Henríquez y Carvajal, un grupo de amigos y el ayuntamiento de la ciudad, de esa época.
En ese entonces estaba Ubicada en la Calle Isabel La Católica , número 308, en la misma casa donde vivió Ureña de Henríquez.
La casa donde vivió Salomé Ureña de Henríquez, en la actualidad, está integrada a lo que es el Instituto Duartiano.
Salomé Ureña dedicó parte de su vida y sus energías a la conformación de este proyecto de enseñanza secundaria, el primero en la República Dominicana y, base de formación magisterial de las mujeres de nuestro país.
El Instituto de Señoritas se fundamentó en el pensamiento del educador Eugenio María de Hostos, quien fuera el inspirador de esta escuela, en la cual Salomé Ureña trabajó junto a los profesores José Dubeau, Valentina Díaz, Emilio Prud´homme y Francisco Henríquez y Carvajal.
El 17 de abril de 1887, se realizó el primer acto de investidura de Maestras Normales, entre las cuales se encontraban: Mercedes Laura Aguiar, Altagracia Henríquez, Catalina Pou, Luisa Ozema Pellerano, entre otras, las cuales se convirtieron en multiplicadoras de la educación en nuestro país.
En diciembre de 1888 celebró la Segunda investidura de maestras. En la oc
asión, se invistieron Eva Pellerano, Mercedes Echenique Peláez, Encarnación Suazo, Altagracia Peguero Acevedo, Carmen Julia Henríquez Perdomo y Altagracia Henríquez Bello
El instituto continuó creciendo y luego se convirtió en la Escuela Normal para Maestros. Debido a dificultades económicas y a la enfermad de Salomé el centro fue cerrado en diciembre de 1893. Reabrió sus puertas el 7 de enero de 1896, bajo la dirección de las hermanas Luisa y Eva Pellerano Castro.
A partir del 1° de septiembre de 1897, empezó a llamarse “Instituto Salomé Ureña”, nombre que conserva en la actualidad.
La idea de Salomé Ureña de Henríquez perdura en el tiempo, ya que en la actualidad el Instituto de Señoritas Salomé Ureña destinado a la Educación Media sólo imparte docencia a niñas.
Este centro educativo se encuentra ubicado en la Zona Colonial del Distrito Nacional, en la calle Padre Billini, número 304
El liceo que tiene como director al licenciado Víctor Cotas, tiene hoy una matrícula de 650 estudiantes de sexo femenino.
De este tradicional centro han egresado damas que se han destacado en diferentes aspectos de la vida nacional, entre las que se encuentran, Milagros Ortiz Bosch, Ivelisse Prats de Pérez, Emma Valoy, Luisa Ozema Pellerano y María Cristina de Farías.
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